por Vito Amalfitano
Lo que le pudo pasar a Argentina le ocurrió a Italia. Pero peor. El último Mundial sin Argentina había sido el del 70. El último sin Italia fue el del 58. Jugó 18 Copas del Mundo, ganó cuatro, solo faltó en dos.
Siempre en términos deportivos, para un país con raigambre y cultura futbolística como Italia esto es un drama nacional.
Antes que nada, la eliminación de Italia en San Siro, en el desquite de la serie de repechaje con Suecia, es un hecho conmocionante. Enseguida un dato triste. El único campeón del mundo que no estará en Rusia. Por último, una noticia saludable: al quedar afuera así, uno de los más grandes se derrumba el mito de que “todo está arreglado” y que en las instancias decisivas hay “manos invisibles” que cambian el destino en favor de los poderosos.
En este partido en San Siro tranquilamente eso pudo haber sucedido, y sin siquiera apelar a la “trampa”. Hubo dos jugadas muy polémicas en el área de Suecia, una de ellas sin dudas penal, por un topetazo de Lustig a Darmian, parecido al de “Nacho” Fernández a Cardona, pero dentro del área.
También, es cierto, hubo una mano de Barzagli en el primer tiempo que era penal para el equipo escandinavo. En ambas, y en otras más, se equivocó feo el árbitro español Antonio Lahoz. Pero esos errores, algunos groseros, paradójicamente dejan un dato favorable para el mundo del fútbol. Nadie tiene el pasaporte asegurado por más poderoso que sea.
Más allá de esas circunstancias, fundamentalmente de la falta de Lustig a Dormian que no vio Lahoz que pudo haber cambiado el curso de los acontecimientos, las razones de la impactante eliminación de Italia son estrictamente futbolísticas.
Algunos que se las saben todas antes de jugarse los partidos, que decían que Italia no podía quedarse afuera y que iba a llevarse por delante a Suecia en el desquite, no repararon en un pequeño detalle: tenía que hacer al menos un gol y al equipo “azzurro” eso le cuesta demasiado. Mucho más si a los nervios le agrega la impericia de jugar a tirarle centros a las torres suecas y si el entrenador Ventura deja en el banco a uno de los pocos que podía cambiar la historia con desequilibrio, la estrella de Nápoli Lorenzo Insigne.
Italia, al cabo, sin juego, sin argumentos ofensivos, fue una “bola de nervios” y una “máquina de tirar centros”, y se quedó afuera del Mundial. Generó situaciones, pudo y debió haber ganado porque estuvo más cerca, pero eso no quiere decir que haya jugado para merecer la clasificación. El que está adentro es Suecia, que juega más o menos igual que Italia y aun con menos luces. Salvo que convenzan a Zlatan para la vuelta. Si un artista como Ibrahimovic tiene su Copa de despedida entonces Rusia compensará en parte la increíble ausencia de un poderoso campeón del mundo que se quedó afuera en San Siro en una de las páginas más increíble de la historia de los mundiales, aunque no se haya tratado de un partido de la fase final.